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La hegemonía norteamericana, centro de la crisis mundial

EEUU, peor que Grecia

 

Quien crea que las turbulencias que estamos viviendo en torno al segundo ‘rescate’ de Grecia están provocadas por las deficitarias cuentas públicas helenas, sólo tiene que escuchar al gestor del mayor fondo de inversión en deuda pública del mundo, el fondo norteamericano PIMCO, diciendo públicamente que EEUU “está en peor situación financiera que Grecia”. Una afirmación tan radical como exacta del estado agónico en que se encuentra la economía de EEUU. Cuyas crecientes y acuciantes necesidades tienen como reverso tenebroso el saqueo y el empobrecimiento de los pueblos sometidos a su dominio 

¿Qué cuentas hace el gestor del fondo, Bill Gross, para sostener esta afirmación? Según él, mientras todas las miradas se dirigen al déficit público estadounidense, que superará este año los 14,3 billones de dólares, nadie se fija en la deuda pública acumulada por el coste de programas federales como Medicare (subsidios para el cuidado de la salud de ancianos), Medicaid (cobertura médica para pobres) y el Seguro Social (jubilaciones), que elevan la deuda pública en 50 billones de dólares. A lo que, además, hay que sumar otras deudas relacionadas con el rescate del sistema financiero y los planes de estímulo aprobados por la Casa Blanca tras la caída de Lehman Brothers.  

Sumados todos estos frentes de la deuda pública, Bill Gross calcula que su montante real “se acerca a los 100 billones de dólares”, es decir, aproximadamente el 689,6% del PIB norteamericano. En comparación, la deuda pública española se situó en 2010 en el 60,1% del PIB. Y la tan denostada deuda pública de Grecia en el 142,8%.

Unas cuentas tramposas

 

Aunque la conclusión es correcta, las cuentas del fondo norteamericano están trucadas, encierran una gran trampa.  

Efectivamente la economía norteamericana es, con diferencia, la más endeudada del mundo y la que registra una peor situación financiera. Pero no son los subsidios sociales ni la cobertura médica para los pobres o las pensiones federales su causa. Es el enorme gasto que Washington dedica cada año a la gigantesca maquinaria político-militar que le asegura la hegemonía mundial lo que está en la base de un brutal endeudamiento que pesa como una auténtica losa sobre el desarrollo de la economía mundial. Y muy en particular sobre los países dependientes y sometidos a su órbita de dominio, como es el caso de Grecia o de nosotros mismos.  

Veamos algunos datos.

Sumados todos los gastos relacionados con el aparato militar y de seguridad, el gobierno norteamericano dedica cada año más de un billón de dólares sólo a este concepto. Lo que equivale a que el 90% de todos los impuestos que pagan las familias norteamericanas en un año, se lo consume sólo el Pentágono. Para el resto de gastos, el gobierno ha de pedir dinero prestado. Y así año tras año desde hace décadas. 

Los gastos militares suponen más de un 7% del PIB. Sólo EEUU representa cerca de la mitad del gasto militar total mundial, a pesar que el peso de su PIB en la economía mundial difícilmente rebasa ya el 20%. Sumados los 10 países del mundo que más gastan en armamento tras EEUU –entre los cuales están todas las potencias nucleares y las grandes potencias económicas–, apenas llegan a representar el 30% de lo que gasta EEUU.  

Pero este es, además, un gasto en constante incremento y expansión. Ni el fin de la Guerra Fría ni la crisis económica han hecho detener su aumento año tras año. El crecimiento de los gastos militares en EEUU desde 2001 hasta hoy ha sido superior al 85%. Durante las presidencias Kennedy-Jhonson (en plena guerra de Vietnam) el incremento fue del 43%. Y durante los dos mandatos de Reagan (pese a la carrera armamentística de la guerra de las Galaxias), su aumento fue del 57%.  

Desde entonces, EEUU ha visto como su peso económico en el mundo declinaba sin cesar, pero se multiplicaban sin embargo las necesidades del colosal aparato político-militar que necesita para mantener su cada vez más cuestionada hegemonía mundial. 

Esta contradicción insalvable, y de creciente aceleración y agudización, es la que está en la base de todas las turbulencias económicas que vivimos en la actualidad, incluidas las que afectan a la zona euro.

Una losa mundial

 

Los costos del mantenimiento de la hegemonía norteamericana es la verdadera losa que aplasta las economías de los países que, como el nuestro, somos más dependientes y estamos bajo su dominio político y militar.  

La hegemonía norteamericana ha creado una peculiar estructura mediante la cual Estados Unidos actúa como una economía parasitaria, que financia sus déficits y su gasto militar recibiendo inyecciones financieras del resto del mundo. Unas inyecciones financieras para las que el “orden económico global” impuesto por la hegemonía yanqui utiliza dos vías distintas. 

Una, con los países independientes, o con un margen de autonomía frente a Washington. Es el mismo sistema  monetario internacional el que impone la financiación de la parasitaria economía USA, gracias al mantenimiento del dólar como su núcleo central.  

Porque en realidad no existe ninguna crisis mundial. Es más, de hecho, la mayoría del mundo crece económicamente. Somos solo los países bajo dominio norteamericano los que sufrimos la crisis, su crisis.   

El campo de los países que o bien son independientes o bien han conseguido dotarse de un cierto margen de autonomía de las políticas que impone Washington es donde está concentrado en la actualidad el crecimiento económico mundial. 

Y no es necesario siquiera dirigir la mirada a China, la India o Brasil. Hasta un país tan dependiente en lo militar de EEUU como Turquía –miembro de la OTAN y cuyo ejército es una prolongación del Pentágono en las puertas del Cáucaso y Oriente Medio–, la existencia de un gobierno dotado de una amplia base de apoyo popular capaz de imponer un rumbo autónomo en su política económica le ha permitido –aplicando una política de estímulos públicos contraria a la que dictan el FMI y Berlín– crecer en 2010 un 8,9%, un ritmo de crecimiento económico sólo superado en el mundo por China.  

Pues bien, es el mismo sistema monetario internacional el que impone que estos países –en realidad, sus Bancos Centrales– se vean obligados a reciclar los dólares con los que la Reserva Federal ha inundado el mundo desde 2007, y que sus exportadores obtienen y cambiaron a su vez por monedas nacionales (euros, yenes, yuanes, rupias, reales,...) En su inmensa mayoría, estos dólares no pueden dirigirse a comprar acciones o activos empresariales o financieros privados de EEUU –puesto que el gobierno tiene la facultad de vetar esas compras–, sino a la compra de bonos de deuda pública con la que Washington financia su intervención política y militar por todo lo largo y ancho del planeta.  

Dos, pero en el caso de los países dependientes y sometidos las cosas son distintas. Aquí lo que se impone es directamente el saqueo. Como Estados tributarios y/o vasallos de EEUU ellos están obligados a pagar los tributos que Washington impone sí o sí. No hay negociación ni consenso que valga en estos casos. España, Grecia, Portugal, Irlanda,... estamos obligados, de grado o por fuerza, a sostener –mediante el saqueo de las rentas y los salarios del 90% de la población– las nuevas cargas y tributos que requiere el centro del Imperio.  

Es nuestra dependencia política la que impone un modelo en el que sólo tienen cabida dos fuerzas políticas –el PSOE de Zapatero y el PP de Rajoy– cuyo principal caballo de batalla es quien va a ejecutar más fielmente los mandatos de Obama y su virrey en Europa, Merkel.  

De todas y cada una de las medidas aplicadas por Zapatero, las oligarquías financieras yanqui y alemana se llevan muchas de las mejores tajadas.  

Sus multinacionales ganan por partida doble con las reformas laborales: imponen rebajas salariales directas a sus trabajadores y exigen a sus proveedores que, al rebajar los salarios a los suyos, les suministren los productos a un precio más barato.  

Sus grandes bancos ganan también por partida doble. Por que el aumento de la prima de riesgo hace que tanto el Estado español como la banca privada tengan que pagar más intereses por la deuda, sea pública o privada. Y porque están ya en la carrera por hacerse con una parte del sistema financiero español gracias a la reestructuración de las Cajas de Ahorro.

Sus gigantescos fondos de inversión vuelven a ganar por partida doble. Porque la reforma de las pensiones les abre el mercado español al negocio de las pensiones privadas. Y porque las turbulencias sobre la economía española les están permitiendo comprar en la bolsa a precio de saldo acciones de las mayores compañías españolas, de las que poseen un capital cada vez mayor.  

Mientras el paro se dispara, el empobrecimiento de la población crece, la economía se estanca, las PYME’s se arruinan por la falta de crédito y la atonía del consumo, banqueros y monopolistas de EEUU, Alemania o Francia se apropian de una parte cada mayor de nuestra riqueza, en lo que no puede calificarse sino como un auténtico saqueo. 

Dicen que son medidas necesarias para “rescatar” a las economías de lo que despectivamente denominan países PIGS (cerdos en inglés), pero no debemos creerles lo más mínimo: el recorte de nuestros salarios y rentas lo que está sirviendo es para rescatarlos a ellos, a sus bancos y sus monopolios

Una Medalla para Merkel

 

Hace sólo dos semanas, la canciller alemana Angela Merkel recibió en su visita a Washington la Medalla de la Libertad, la máxima condecoración civil que otorga EEUU a un líder extranjero. Uno de los más reputados columnistas del Washington Post, se preguntaba al día siguiente –tras recordar que una distinción así sólo le ha sido concedida en las últimas décadas a personajes de la talla de Juan Pablo II o Nelson Mandela– si la distinción a Merkel era, como el Premio Nóbel a Obama en 2009, no tanto por lo que ha hecho en favor de EEUU hasta la fecha, sino por lo que EEUU espera que haga a partir de ahora.  

En este sentido, no es en absoluto casual que Obama le espetara a Merkel, en la cena que siguió al acto, que EEUU “no puede permitir” que la UE “ponga en riesgo la recuperación de la economía global”. Y mucho menos todavía que la crisis de la deuda soberana en Europa se haya convertido en uno de los “vientos frontales” exteriores que están perjudicando y lastrando la recuperación de la economía estadounidense. 

El mensaje del emperador a su virrey europeo no puede ser más claro: tome usted las medidas que sean necesarias, pero ponga orden en su casa (y en sus cuentas) porque nosotros necesitamos imperiosamente aumentar –y cobrar efectivamente– la recaudación y los tributos de nuestras provincias europeas.  

Las acuciantes necesidades del centro del Imperio, tienen su reverso tenebroso en el saqueo y el empobrecimiento de los pueblos sometidos a su dominio.  

19/06/2011

deverdadcontralacrisis.com